Con el nombre de su madre, Enola Gay, bautizó el avión que pilotaba y desde el que se lanzó la primera bomba atómica. Era el comandante Paul Tibbets, y según informa la agencia Associated Press, ha fallecido a los 92 años. Aprovecho para enlazaros a referencias generales sobre el personaje y los acontecimientos de los que fue protagonista y transcribir la noticia publicada en ELPAIS.com. Las fotos pertenecen al archivo de la agencia AP (Tibbets delante del B-29) y al archivo de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos (Tibbets en la cabina del avión).
AP - Columbus / ELPAIS.com Internacional / 01-11-07
Paul Tibbets, el piloto y comandante del B-29 que lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, Japón, ha fallecido hoy a los 92 años en su hogar en la ciudad de Columbus en el estado norteamericano de Ohio. Gerry Newhouse, un amigo cercano de Tibbets ha informado que el ex piloto sufría de varias dolencias que se habían agudizado en los últimos dos meses. Tibbets pidió antes de morir que no se hiciera un funeral ni que se colocara una lápida en su tumba, ante el temor de que podría convertirse en un lugar donde sus detractores realizaran protestas, ha asegurado Newhouse.
La misión histórica de Tibbets en el avión Enola Gay, el nombre de su madre, marcó el inicio del fin de
De la aeronave se lanzó la bomba de cinco toneladas llamada Little Boy la mañana del 6 de agosto de 1945. La explosión causó la muerte de 70.000 a 100.000 personas y dejó heridas a cientos de miles más.
Tres días después, Estados Unidos lanzó una segunda bomba nuclear sobre la ciudad japonesa de Nagasaki, que dejó unos 40.000 muertos. Tibbets no participó en esa misión. Los japoneses se rindieron pocos días después, poniendo fin a la guerra.
"Supe cuando recibí la orden de que iba a ser algo emocional", dijo Tibbets a un diario local de Columbus el 6 de agosto de 2005, cuando se conmemoró el 60 aniversario del lanzamiento de la bomba. "Teníamos sentimientos, pero debíamos dejarlos a un lado. Sabíamos que la bomba iba a matar a gente en todas partes. Pero mi interés principal era hacer el trabajo lo mejor que pudiera, así podría acabar la matanza lo más rápido posible".
Tibbets, que en esa época era un coronel de 30 años, nunca se arrepintió de su papel ese nefasto día. Fue, según dijo en una ocasión, su deber patriótico, hacer lo correcto. "Duermo tranquilamente todas las noches".
1 comentario:
Hola Pablo
Ya he ojeado la entrada que nos comentaste el jueves en clase. Me sorprende la frialdad con la que Paul Tibbets afirma lo ocurrido ese día y tras el paso del tiempo no muestra ningún tipo de arrepentimiento ,sino todo lo contrario. Con su muerte, se abre de nuevo la herida.
Un Saludo,Beatriz
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