En octubre de 2005 dedicó una de sus colaboraciones al Archivo de Indias. Recorté el artículo y desde entonces formó parte de la materia dedicada al descubrimiento y conquista de América, por lo que contaba y por cómo lo contaba.
Esta misma mañana, con mis alumnos de 4º de ESO, la hora se nos ha ido hablando de la enfermedad en la Historia, de pestes, viruelas y malarias, un tema por el que siempre he sentido especial inclinación. Y ayer Álvaro dedicaba su artículo a la 'Real Expedición Filantrópica de la Vacuna', más conocida como 'Expedición Balmis'. Por eso creo que es la oportunidad para rendir un merecido homenaje a este periodista y aventurero en este blog, reproduciendo su artículo para que lo disfrutéis. Gracias por tus escritos, Sebas, y que no decaiga.
Expedición Filántrópica de la Vacuna
Sebastián Álvaro | Diario As | 05/02/2009Según la Organización Mundial de la Salud, la viruela está definitivamente erradicada de la faz de la Tierra. Hace un par de siglos esta enfermedad provocaba una espantosa mortalidad, sobre todo en poblaciones que no habían estado expuestas a ella, como ocurría en las tierras del Nuevo Mundo. Para lograr este innegable triunfo de la ciencia, fue decisivo el papel jugado por 22 niños de un orfanato de La Coruña, quienes fueron embarcados en una expedición patrocinada por la Corona Española que se desarrolló entre 1803 y 1810, que está considerada como la primera expedición sanitaria internacional de la historia.
Humboldt escribió de ella, en 1825, que: "Este viaje permanecerá como el más memorable en los anales de la historia". Su impulsor fue el doctor Francisco Javier de Balmis, médico en la corte de Carlos IV y su idea era llevar a cabo una vacunación masiva de los niños a lo largo del imperio español. El descubrimiento de la vacuna se había producido siete años antes por el médico rural inglés Edward Jenner, pero en aquellos tiempos no existían técnicas para la conservación de la vacuna durante tan largo periplo. Fue al doctor Balmis a quien se le ocurrió la solución: llevar niños en el viaje e ir pasando cada cierto tiempo la vacuna de uno a otro, mediante el contacto de las heridas. Ante la falta obvia de voluntarios, Balmis recurrió a niños de hospicios de la costa gallega que a la falta de padres suspicaces unían su familiaridad con el mar. Durante siete años la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, cruzó océanos, selvas y cordilleras. Y se impuso a enemigos aún más aviesos como eran la desconfianza de la población, algunos científicos y médicos que no entendían cómo se podía curar inoculando el propio mal o algunos popes de la Iglesia quienes argumentaban que no se debía intervenir en los designios del Altísimo.
Pese a todo, la expedición recorrió miles de kilómetros, sustituyendo a los niños cada cierto tiempo, asegurándose de que quedaban bien cuidados, llegando incluso a China. Al tiempo, enseñaban la técnica de la inoculación e incluso fundaron hospitales. Gracias a la labor de Balmis y sus compañeros de aventura la vacuna pudo difundirse por el mundo, cambiando esa leyenda negra de los conquistadores españoles y dando un soberbio ejemplo de solidaridad capaz de saltar fronteras, mentales y físicas, que, por cierto, tanto daño siguen haciéndonos.
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