EFE — LONDRES (Publicado en El Mundo, 03-05-05)
Una enfermera de la Cruz Roja Alemana que acompañó a Adolf Hitler en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial ha roto por primera vez su silencio para relatar las últimas horas del dictador y de sus colaboradores. En una entrevista que publica el diario británico The Guardian, Erna Flegel, de 93 años, asegura, entre otras cosas, haber intentado persuadir a la esposa del ministro de propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels, para que no matase a los seis hijos de la pareja. “Yo quería que se hubiese llevado de la ciudad (Berlín) al menos a uno o dos de sus hijos”, pero Magda Goebbels, se negó: “Yo pertenezco a mi esposo. Y mis hijos me pertenecen a mí”, le respondió la mujer. Eran unos niños encantadores, recuerda la enfermera, según la cual el propio Hitler les tenía mucho cariño, tomaba con ellos chocolate caliente y les dejaba utilizar su propia bañera. Magda Goebbels, a la que Flegel describe como una mujer “inteligente”, toleraba sin rechistar las conocidas y frecuentes infidelidades de su marido.
Flegel afirma, por otro lado, que el führer se sintió profundamente abatido después de que el Ejército soviético llegase al centro de Berlín y viese claramente que Alemania había perdido la guerra. “Hitler no necesitaba cuidados especiales. Yo estaba allí exclusivamente para ocuparme de los heridos. Él había envejecido mucho en los últimos días y daba la impresión de ser un hombre 15 o 20 años mayor”, recuerda. Según la enfermera, Hitler tenía un fuerte tembleque, le resultaba difícil caminar y su lado derecho seguía muy debilitado por culpa del atentado contra su vida.
La enfermera de Hitler califica en su entrevista a la amante del dictador, Eva Braun, de jovencita insignificante y asegura que la muerte de Blondi, el perro del führer, los afectó más que el suicidio de aquella. La decisión de Hitler de casarse con Eva Braun convenció a Erna Flegel de que el Tercer Reich tocaba a su fin, recuerda.
Erna Flegel, una de las dos supervivientes del búnker de Hitler que todavía viven, trabajó en la cancillería del Reich, en Berlín, a partir de enero de 1943. Según su relato, Hitler se despidió de todo su equipo médico en las primeras horas del 30 de abril de 1945 antes de quitarse la vida de un disparo aquella tarde. “Salió de un cuarto lateral, nos estrechó la mano a todos, dijo unas cuantas palabras amistosas, y eso fue todo”, recuerda su ex enfermera.
Flegel no llegó a ver el cadáver de Hitler, pero supo que el dictador había fallecido al ver de pronto en el búnker más muertos de los que había normalmente. Su cuerpo fue llevado al jardín de la cancillería e incinerado.
Después del suicidio del führe, un grupo de oficiales de las SS intentaron escapar del búnker, pero Flegel fue una de las seis o siete personas que esperó dentro a la llegada de los rusos, el 2 de mayo de 1945, hace sesenta años.
Flegel, que vive actualmente en una residencia para ancianos en el norte de Alemania, recuerda que a partir de noviembre de 1944 y mientras se derrumbaba el Ejército alemán, Hitler continuó en Berlín, retirándose de cuando en cuando al búnker con los miembros de su entorno. Según su ex enfermera, el dictador hablaba regularmente con todo el personal a su servicio. “Su autoridad era extraordinaria. Siempre se mostró cortés y encantador. No había nada que objetarle”, recuerda.
La existencia de la ex enfermera había sido un misterio hasta ahora. El diario británico llegó a ella tras larga búsqueda a raíz de la desclasificación por la CIA de un interrogatorio al que fue sometida en noviembre de 1945 por los estadounidenses.
5 comentarios:
Muy interesante el artículo sobre esta mujer; resultan fascinantes estos testimonios desenterrados después de tanto tiempo. Realmente me parece excepcional que postees todos estos textos sobre la II Guerra Mundial, llenos de curiosidades. Estaré ansiosa por seguir leyéndote.
Un saludo.
Hola, Pablo. Estoy de acuerdo con Mariel. Es muy interesante que los actuales alumnos jóvenes conozcan este tipo de historias relacionadas con la barbarie nazi. Se trata de una historia humana, en la que la enfermera que la cuenta antepone su humanidad a su ideología. Ojalá entiendad tus alumnos el mensaje que se les envía. Un saludo. Manzacosas
Gracias por vuestros comentarios. Hay que mostrar a los jóvenes las lecciones que ofrece la Historia y creo que sí, Manza, que ellos entienden la magnitud de la barbarie cuando se les ofrecen las claves adecuadas.
Es Verano, y con el calor no hay quien haga nada. Aun tus lectores no te perdonamos y solicimos más post.
Saludos
¡Feliz día del blog!
Saludos
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