miércoles, 11 de junio de 2008

La enfermera de Hitler cuenta 60 años después la caída del dictador

Tantos días sin entradas han hecho que se me acumulen las promesas contraídas con mis alumnos, pero espero tener más tiempo para dedicarme a cumplirlas. Esta es la más reciente a la que me he comprometido (mejor ahora antes de que pierda vigencia), y es que acabamos de ver un documental producido por la BBC en 2003 sobre las últimas horas de Hitler y sus fieles en el Führerbúnker de Berlín, y he recordado una vieja entrada en el antiguo blog de Planeta Historia en Bitácoras (que aún sigue en la red y al que podéis acceder desde el enlace de la columna de la izquierda), sobre una noticia publicada por The Guardian en la que, por primera vez, hablaba la enfermera que acompañó al líder nazi en sus últimos días. Así que reproduzco lo que allí se decía para complementar la información que ya tienen los alumnos. (Tened en cuenta que la noticia es del 3 de mayo de 2005)


La enfermera de Hitler cuenta 60 años después la caída del dictador
Tiene 93 años y vive en una residencia de ancianos


EFE — LONDRES (Publicado en El Mundo, 03-05-05)

Una enfermera de la Cruz Roja Alemana que acompañó a Adolf Hitler en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial ha roto por primera vez su silencio para relatar las últimas horas del dictador y de sus colaboradores. En una entrevista que publica el diario británico The Guardian, Erna Flegel, de 93 años, asegura, entre otras cosas, haber intentado persuadir a la esposa del ministro de propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels, para que no matase a los seis hijos de la pareja. “Yo quería que se hubiese llevado de la ciudad (Berlín) al menos a uno o dos de sus hijos”, pero Magda Goebbels, se negó: “Yo pertenezco a mi esposo. Y mis hijos me pertenecen a mí”, le respondió la mujer. Eran unos niños encantadores, recuerda la enfermera, según la cual el propio Hitler les tenía mucho cariño, tomaba con ellos chocolate caliente y les dejaba utilizar su propia bañera. Magda Goebbels, a la que Flegel describe como una mujer “inteligente”, toleraba sin rechistar las conocidas y frecuentes infidelidades de su marido.

Flegel afirma, por otro lado, que el führer se sintió profundamente abatido después de que el Ejército soviético llegase al centro de Berlín y viese claramente que Alemania había perdido la guerra. “Hitler no necesitaba cuidados especiales. Yo estaba allí exclusivamente para ocuparme de los heridos. Él había envejecido mucho en los últimos días y daba la impresión de ser un hombre 15 o 20 años mayor”, recuerda. Según la enfermera, Hitler tenía un fuerte tembleque, le resultaba difícil caminar y su lado derecho seguía muy debilitado por culpa del atentado contra su vida.

La enfermera de Hitler califica en su entrevista a la amante del dictador, Eva Braun, de jovencita insignificante y asegura que la muerte de Blondi, el perro del führer, los afectó más que el suicidio de aquella. La decisión de Hitler de casarse con Eva Braun convenció a Erna Flegel de que el Tercer Reich tocaba a su fin, recuerda.

Erna Flegel, una de las dos supervivientes del búnker de Hitler que todavía viven, trabajó en la cancillería del Reich, en Berlín, a partir de enero de 1943. Según su relato, Hitler se despidió de todo su equipo médico en las primeras horas del 30 de abril de 1945 antes de quitarse la vida de un disparo aquella tarde. “Salió de un cuarto lateral, nos estrechó la mano a todos, dijo unas cuantas palabras amistosas, y eso fue todo”, recuerda su ex enfermera.

Flegel no llegó a ver el cadáver de Hitler, pero supo que el dictador había fallecido al ver de pronto en el búnker más muertos de los que había normalmente. Su cuerpo fue llevado al jardín de la cancillería e incinerado.

Después del suicidio del führe, un grupo de oficiales de las SS intentaron escapar del búnker, pero Flegel fue una de las seis o siete personas que esperó dentro a la llegada de los rusos, el 2 de mayo de 1945, hace sesenta años.

Flegel, que vive actualmente en una residencia para ancianos en el norte de Alemania, recuerda que a partir de noviembre de 1944 y mientras se derrumbaba el Ejército alemán, Hitler continuó en Berlín, retirándose de cuando en cuando al búnker con los miembros de su entorno. Según su ex enfermera, el dictador hablaba regularmente con todo el personal a su servicio. “Su autoridad era extraordinaria. Siempre se mostró cortés y encantador. No había nada que objetarle”, recuerda.

La existencia de la ex enfermera había sido un misterio hasta ahora. El diario británico llegó a ella tras larga búsqueda a raíz de la desclasificación por la CIA de un interrogatorio al que fue sometida en noviembre de 1945 por los estadounidenses.

La secretaria de Hitler, Traudl Junge, cuyas memorias ha inspirado ‘El hundimiento’, la última película sobre las últimas horas del dictador encarnado por Bruno Ganza, falleció en 2002, y otro testigo de esos últimos momentos, su telefonista Rochus Misch, de 88 años, se niega a hablar con la prensa.