miércoles, 19 de marzo de 2008

GI (V): Felicidades, Pepa

Hoy es 19 de marzo, el día en el que España se dotó de una Constitución que quiso reconocer derechos y libertades que luego tantas veces se negaron. Fue en Cádiz, en plena invasión napoleónica y con las colonias americanas en el comienzo de su efervescencia independentista. En una serie dedicada a la Guerra de la Independencia, ¿cómo no dedicar este pequeño recuerdo a la Constitución de Cádiz de 1812?

'Promulgación de la Constitución de 1812', obra de Salvador Viniegra.
Museo de las Cortes de Cádiz.


lunes, 17 de marzo de 2008

Un regalo para la vista

Como no todo va a ser Guerra de la Independencia (aunque mantengo mi amenaza de más entradas), y puesto que con los alumnos de 2º de Bachillerato ya estamos en plena etapa isabelina, quiero haceros a todos un regalo visual: el retrato que Federico de Madrazo realizó a Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches. Es difícil seleccionar en la Historia del Arte un retrato preferido, pero si tuviera que elegir uno que llevarme a escondidas del Museo del Prado, ese sería, sin lugar a dudas, este. Es una maravilla, una delicia, una de esas obras maestras en las que se une la indudable destreza del pintor y el auxilio de las musas que, sólo a veces, le pillan a uno trabajando. Disfrutad, por favor.

sábado, 15 de marzo de 2008

GI (IV): Un disparo en la noche

“En torno a la medianoche del 17 al 18 de marzo de 1808, en el real sitio de Aranjuez sonó un disparo, un solo disparo. En un suspiro sus calles se llenaron de una turba irritada que trató de linchar al detestado favorito real, Manuel de Godoy. En el espacio de dos días, un Godoy maltrecho era arrestado, mientras Carlos IV perdía la corona, y le sustituía su hijo primogénito Fernando VII.” Con este sugerente párrafo comienza Charles Esdaile -catedrático de Historia de la Universidad de Liverpool- su estudio sobre la Guerra de la Independencia en el volumen 17 de la colección ‘Historia de España’, editada por El País y dirigida por John Lynch.

Aconsejado por Godoy, el apocado Carlos IV miraba hacia el sur por si había que salir precipitadamente de la península -como ya había hecho la realeza portuguesa- ante la cada vez más amenzante presencia de las tropas francesas en España. El rumor de la espantada había puesto sobre aviso a quienes esperaban la oportunidad para asaltar el poder -con el Príncipe de Asturias a la cabeza, celoso de la enorme autoridad que su padre había ido concediendo a Godoy-, y al propio pueblo, que veía en la huída una traición a las obligaciones reales y la confirmación de la incapacidad de Carlos IV de hacer frente a la delicada situación. Gentes de diversa procedencia (bajo pueblo de Madrid y campesinos manchegos) llenaban desde el 17 de marzo las calles de Aranjuez. Con el ambiente caldeado, aquella noche, entre las sombras, una mujer subía a un carruaje -dicen que se trataba de Pepita Tudó, amante de Godoy-. Fue el momento en el que un enmascarado, el conde de Montijo, realizó el disparo que rasgó el silencio nocturno. Fue la señal para asaltar, saquear y quemar el palacio del favorito, quien se refugió en el desván, en el cuarto de un mozo de cuadras, lo que le permitió salvar el pellejo, aunque no el puesto: Carlos IV, sobrepasado por los acontecimientos, destituyó a Godoy dos días después y le despojó de todos sus títulos. Pero no fue suficiente, y el propio rey se vio forzado a abdicar en la figura de su hijo Fernando, quien poco después también sucumbiría ante los planes de Napoleón.

Aquellos acontecimientos se conocen como el Motín de Aranjuez. De todo eso hace, exactamente, 200 años.

(El retrato de Godoy que encabeza esta entrada es de Francisco de Goya).

El pueblo celebra la designación de Fernando VII
como nuevo rey frente al palacio de Aranjuez