domingo, 17 de febrero de 2008

GI (II): "No fue Guerra de la Independencia"... ¿o sí?

Decíamos ayer que me gustaría que leyerais una carta publicada en el número 112 (febrero 2008) de la revista mensual 'La Aventura de la Historia' relacionada con el tema de la Guerra de la Independencia, y que precisamente pone en entredicho la idoneidad de esta denominación. No pretendo hacer una réplica a la misiva, que más propio sería hacerlo a través de la propia publicación, sino más bien comentar ciertos aspectos referidos fundamentalmente a la terminología histórica, dado que la carta va precisamente de eso. Os la transcribo:

No fue "Guerra de la Independencia"

La historiografía española y el uso popular y político de inspiración y sentimiento nacionalistas acabaron denominando Guerra de la Independencia al conflicto hispano-francés de 1808-1814. La consolidación de esta terminología se explica más por el momento y las circunstancias históricas en que se acuñó, en pleno siglo del nacionalismo clásico y de la afirmación de las nacionalidades europeas, que por la verdadera significación del vocablo y del concepto "independencia".
Sostenemos la inexactitud histórica, la incoherencia conceptual y la inconveniencia política de mantener una denominación que no sólo desvirtúa la realidad histórica de aquel proceso bélico y revolucionario, sino que, además, subordina simbólica, estética y gratuitamente, la nación y el nombre de España a un país extranjero. La expresión "de la Independencia" enmarca subrepticiamente el nombre de España en una falsa dicotomía metrópoli-colonia, ajena por completo a la identidad de España y al esquema de las relaciones históricas hispano-francesas. Destacamos sus elementos básicos:
1. No hubo conquista o acción bélica de invasión de España en el inicio, sino una ocupación de facto de parte del territorio y un golpe de Estado a la autoridad española, con el traslado de la familia real a territorio francés.
Las tropas francesas entraron en España como aliadas y con cobertura jurídica y política (Tratado de Fontainebleau, 1807). Como respuesta, el pueblo español comenzó las hostilidades contra el ejército ocupante.
La ocupación del territorio por los franceses fue parcial, intermitente e irregular. Junto a la guerra de guerrillas hubo ejércitos regulares españoles que se desplazaron por toda España y que se batieron durante años contra sus enemigos franceses. En Cádiz, mientras tanto, se reunieron diputados de toda la monarquía española, incluyendo los territorios americanos, para redactar y aprobar una Constitución. Así pues, la repetida imagen de España como Estado conquistado y vasallo de Francia es sustancialmente inexacta, además de ofensiva.
2. No se produjo transferencia de soberanía española a ninguna autoridad francesa, sino que la misma fue asumida por el pueblo español, a quien pasó de modo directo. No hubo dependencia ni legal ni sustantiva de España respecto de Francia. Secuestrada la autoridad legal, los Reyes y su familia, la soberanía nacional, en un proceso inédito y revolucionario, pasó directamente al pueblo, que la asumió espontáneamente con la creación de las Juntas Provinciales, que serían coordinadas por la Junta Suprema Central, órgano máximo de gobierno. Ésta nombró un Consejo de Regencia (órgano de poder ejecutivo) y convocó las Cortes (órgano de poder legislativo) que acabarían aprobando la Constitución de Cádiz de 1812. Durante todo el período bélico se desarrolló en gran parte del territorio una intensa actividad gubernativa, legislativa y de organización y defensa militar que no habría sido posible en un país conquistado o subordinado. No existió, por tanto, dependencia, ni formal ni sustantiva, de España respecto de Francia. Muy al contrario, se trató de una de las primeras veces en que el pueblo asumió directa y legítimamente la soberanía nacional.
No existió tampoco en España una autoridad legal o legítima francesa. Las abdicaciones a la Corona española realizadas por Carlos IV y Fernando VII, así como el nombramiento por Napoleón Bonaparte de su hermano José como rey de España, fueron nulos de pleno derecho por hallarse secuestrada la autoridad legal española. En definitiva, la expresión Guerra de la Independencia resulta hoy claramente anómala y contraproducente. No parece apropiado ni inteligente la pervivencia de esa terminología, ni la de sus elementos derivados, como es el caso de múltiples lugares de la memoria.
La conmemoración en 2008 del bicentenario de esa efeméride constituye la oportunidad idónea para mudar esa incorrecta denominación. Otras fórmulas que no impliquen subordinación, como sería la de Guerra y Revolución de 1808, o incluso la conocida de Guerra Peninsular, serían opciones preferibles. El cambio de denominación de aquel proceso bélico y revolucionario constituiría una importantísima aportación a la verdad histórica, y a la dignidad y el nombre de España.

Álvaro Durántez Prados

¿Qué os ha parecido? Pues a primera vista parece que no le faltan elementos para justificar su petición, pero son muchas las cuestiones discutibles en su argumentación, empezando por el propio término "independencia": si acudimos a la institución que fija "las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza", es decir, la RAE, independencia viene definida en su segunda acepción como "Libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro." Y parece evidente que España no gozaba de ese estatus invadido por las tropas francesas.
También es discutible el concepto de "revolución" que maneja, pues el regreso de Fernando VII demostró que los cambios sociales y políticos ni fueron definitivos ni tan profundos como para aplicar ese término. Volvamos al Diccionario:
2. f. Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.
4. f. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa.
Si atendemos a la segunda acepción, más parece que la revolución la hicieron los franceses. Si lo hacemos a la cuarta, en absoluto. Menos aún se puede aplicar el concepto más allá de 1814: se volvió al absolutismo, desgraciadamente, en la figura de un monarca indigno y traidor como Fernando VII.
Además se podría poner en duda la capacidad del Consejo de Regencia y las Cortes como órganos efectivos de los poderes ejecutivo y legislativo del país, pues eran más bien intentos a la desesperada para hacer frente al invasor en un clima bélico.
A pesar de lo dicho, entiendo el sentido último de la queja de la carta, pues no era España una colonia de Francia en sentido estricto. Pero es que fue el propio Napoleón el que puso a su hermano mayor como rey, marcando distancias respecto a las intenciones de cualquier metrópoli de la época, que a lo sumo delegaban parte del poder a través de dominios (modelo británico) o departamentos y protectorados (modelo francés no aplicado, ni de lejos, en España). Así que parece que es hilar demasiado fino hablar de intenciones subrepticias al llamar a la contienda "Guerra de la Independencia", más aún teniendo en cuenta que dicha denominación no la propusieron los franceses, sino los propios españoles a mediados del siglo XIX contribuyendo a la épica del enfrentamiento popular frente al ejército más poderoso de la época. Así lo reconoce en el número 111 de la susodicha revista el catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona Ricardo García Cárcel, quien cita a los autores que institucionalizaron el término para "sublimar el concepto de Nación como gran conquista en buena parte, para disfrazar las limitaciones en los logros de los sueños revolucionarios".
Bueno, disculpad la extensión de la entrada, pero espero haber contribuido, modestamente, a entender mejor aquellos acontecimientos. Por supuesto, se admiten comentarios.

3 comentarios:

manzacosas dijo...

Hola. El tema es difícil, tanto por el uso de palabras indebidas (creo que no fue una guerra de independencia) como porque entraron muchos factores en juego, difíciles de analizar y comprender en aquella época. Tal como se plantea el tema, resulta muy, pero que muy complejo distinguir conceptos y situaciones. Sí hubo una soberanía popular en las Cortes de Cádiz, pero estaba todo muy mediatizado. Yo enfocaría la cuestión más como una guerra entre franceses e ingleses que se desarrolla en España, con parte de los españoles apoyando a los ingleses y otra parte a los franceses, y, como siempre, el pueblo en medio y pagando el pato con sus vidas y haciendas. Malo, malo. Un slaudo

Pablo Méndez S. dijo...

La Historia no es una ciencia exacta; son caminos que se cruzan una y otra vez. Es verdad que esta entrada no es más que una reflexión sin grandes pretensiones. Pero no hemos de dejar de pensar, de analizar, aunque nos desborde la complejidad del asunto tratado. Se trata de confrontar ideas, conceptos, enfoques y, sobre todo, se trata de aprender constantemente, ¿no te parece?

Anónimo dijo...

Defendimos lo nuestro, aunque fuera malo, frente a la imposición de fuera, defendimos nuestra independencia. No era algo que nos tuviéramos que ganar, sino que defender frente al imperio francés. Por eso se llama la Guerra de la Independencia. Ni más ni menos. Parece mentira que ese tipo sea tan cínico de obviar algo tan elemental.